Cuando la NASA empezó a mandar astronautas al espacio se dio cuenta que la pluma convencional no funcionaría en gravedad cero. Una inversión de un millón de dólares y dos años de pruebas resultaron en una pluma que podía escribir en el espacio, de cabeza, en cualquier superficie y bajo temperaturas extremas.
Los soviéticos se llevaron un lápiz.
La suposición
es la madre
de todos los
fracasos.
Lo más probable
es que aún
no lo sepamos.
Está bien no saber, preferimos empezar por ahí en lugar de basar nuestro trabajo en el último reporte de tendencias o un estudio de la Universidad de Notengoideadóndeestá. En Lápiz todo empieza por la necesidad de entender a las personas.
Y para ello,
hay que sacarle
punta al lápiz.
Por eso creamos Sacapuntas, nuestra forma de acercarnos a las personas con las que queremos comunicarnos. Incluye datos de fuentes digitales y métodos cualitativos, porque por más herramientas y algoritmos que surjan, ninguna le ganará a escuchar y observar.
Y ¿para qué sirve
una punta sino
para desgastarla?
Llevamos ese entendimiento a distintos productos y servicios, desde la definición de una marca, desarrollar su comunicación y medir su impacto. Porque una idea es tan fuerte como la reacción que genera en las personas. Así de simple.